Errar es de humanos, y de perros también.
¿Quién no conoce la famosa frase "truco o trato"? Aunque esta traducción del inglés "Trick or treat" es en realidad incorrecta, ya que "trick" se traduce como susto o broma y "treat" hace referencia a un dulce o regalo, hemos aprendido a convivir con este error sin que nos cause problemas, y sabemos cómo gestionarlo.
Pero, ¿acaso ocurre lo mismo con todos los errores que cometemos? El error puede ser el monstruo más silencioso que nos atrapa y, en muchos casos, afecta nuestros procesos de aprendizaje. Nos causa horror equivocarnos, especialmente cuando sentimos que no podemos controlar aquello que nos hace errar. Lo mismo sucede cuando nuestro perro ladra, gruñe o simplemente se equivoca, ya que a menudo tenemos grandes expectativas sobre ellos. Fallar es una parte crucial del crecimiento; es una bendición dolorosa que nos deja sin aire. Deberíamos darnos cuenta de que esa sensación de "estar caminando hacia ningún sitio" es, en realidad, el mejor camino hacia el progreso, pues nos saca de nuestra zona de confort.
El error debe ser una parte integral del aprendizaje, especialmente en la educación de nuestros perros, aunque a menudo nos afecta más a nosotros, los humanos. Casi nadie nos enseña a ser pacientes o a tolerar la frustración. Rara vez valoramos la cantidad de veces que nos equivocamos para lograr algo, porque eso puede entristecernos. Solemos enfocarnos únicamente en los aciertos, como si fueran lo único valioso.
Muchos profesionales en el mundo de la educación canina se enfocan en el error que comete el perro y en cómo enseñarle a tolerarlo, pero no trabajan en sí mismos. ¿Cómo pueden guiar el vínculo de otro si no pueden hacerlo con ellos mismos? Creo que una de las primeras cosas a trabajar en la educación canina debería ser aprender a gestionar nuestras emociones para luego enseñar a otros, incluyendo a nuestros perros.
No nos preparamos adecuadamente; nunca se nos ha enseñado cómo manejar y afrontar el error. Contradictoriamente, no nos enseñan cómo abordar los errores de nuestros perros y ayudarlos a mejorar durante el entrenamiento. La educación canina, al igual que muchos sistemas educativos, se ha centrado en el cerebro (la conducta) y ha desatendido el corazón, que también tiene un "cerebrito" con 40,000 neuronas que segregan neurotransmisores y hormonas. Nunca se busca un equilibrio entre estos dos cerebros.
El error es necesario en cualquier proceso de cambio, y la clave reside en cómo gestionarlo, en qué hacer con lo que sentimos en nuestra propia conducta, en nuestra piel.
Es aquí donde deberíamos preguntarnos: ¿qué nos produce errar? Hacernos esta pregunta es prioritario antes de abordar y plantear un proceso de cambio, especialmente cuando existe un vínculo de por medio.
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