Grupos Dinámicos: La Revolución Canina hacia la Autonomía y el Bienestar
El Canil Escuela Multiespecie. (2024, junio 8). Primera interacción de Homero (perro pitbull) con perros, durante 8 años nunca había interactuado con perros [Archivo de video]. Archivo privado de El Canil Escuela Multiespecie, Google Drive. No accesible al público.
Recuerdo la primera vez que vi a una persona, un amigo, soltar entre un grupo mixto de perros (ovejeros, pointer, weimaraner, pitbull, bully, mestizos, etc.) a dos perros nuevos que llegaban a su espacio de trabajo. No podía creerlo. Pensé: “¡Está loco! Se van a pelear”. Pero, después de unos 10 minutos de interacción, donde sucedieron muchas cosas, pero ninguna de las que yo esperaba, él salió, sacó a los perros y, sonriendo, me dijo: “¿Viste eso? Así es como lo hago”. A partir de ese momento, todo cambió para mí. Fue un giro radical en mi manera de ver y entender la interacción entre perros, y la necesidad de dejarles ser lo que son, sin las intervenciones humanas que tanto nos empeñamos en imponerles.
Cuando hablamos de bienestar animal, no basta con cumplir con lo mínimo y asegurar comida o un lugar donde dormir. Eso es sobrevivir, no vivir. El bienestar real radica en entender lo que los perros necesitan de verdad, según su etapa de desarrollo. No se trata de encerrarlos en nuestra visión limitada de lo que deberían ser, sino de permitirles experimentar y fluir en dinámicas que respeten su esencia, lejos de esa obsesión humana por controlarlo todo y exigir que aprendan solo de nosotros.
Es aquí donde los grupos dinámicos irrumpen como una bofetada al sistema establecido. Estos espacios no están pensados para que los perros sean sometidos a una intervención constante del humano, ni para que su comportamiento sea dirigido o corregido en todo momento. Por el contrario, se crean con el propósito de ofrecerles un entorno donde puedan experimentar, sentir, equivocarse y aprender a resolver situaciones a su propio ritmo y de acuerdo a sus necesidades. Porque, sorpresa, el aprendizaje genuino no proviene de la constante intervención humana. Lo realmente valioso está en la libertad de interacción con otros perros, en cómo se enfrentan al entorno, y en la conexión consigo mismos, permitiendo que se desarrollen emocional y socialmente en sus propios términos, sin la presión de adaptarse a expectativas ajenas.
En un grupo dinámico, los perros tienen la oportunidad de enfrentar retos reales y desarrollar habilidades que les importan a ellos, no a nosotros. Se trata de permitirles ser ellos mismos, sin filtros, sin presiones, y ver cómo manejan conflictos o cómo se integran en una sociedad canina llena de matices. Aquí no hay premios por ser el más "educado", sino que hay crecimiento auténtico.
Un perro joven, por ejemplo, no necesita un humano dándole instrucciones constantes. Necesita aprender observando, probando, viviendo. Necesita caerse y levantarse. Es así como construye su seguridad emocional y social, de forma integral y sin nuestras imposiciones.
Los grupos dinámicos comenzaron a formarse hace unos 15 años en España, impulsados por un grupo de profesionales que decidieron cuestionar la idea de que los perros son solo “adorables” criaturas que deben aprender exclusivamente de nosotros. Pensaron que, tal vez, el aprendizaje y el tratamiento de los perros no deberían estar regidos solo por la perspectiva humana. Así que, de manera casi revolucionaria, empezaron a soltar a los perros, dándoles la oportunidad de experimentar el mundo por sí mismos, sin la intervención constante de los humanos, quienes en estos grupos solo participan como observadores. Y no, esto no es una “novedad” que surge de la nada; los perros, al igual que nosotros, siempre han sido seres sociales por naturaleza. Lo verdaderamente innovador de este enfoque es cómo se estructuran esas interacciones, brindando a los perros la libertad de vivir su naturaleza social sin las limitaciones impuestas por las expectativas humanas, mientras los humanos también aprenden a sentir, aceptar y comprender lo que sucede a su alrededor.
La magia de los grupos dinámicos no surge al azar. Su éxito depende de los participantes: perros con roles únicos que crean un equilibrio casi anárquico, pero increíblemente efectivo:
- Perros neutrales: No entienden del todo qué está pasando, pero no interfieren. Su presencia ofrece libertad a otros para explorar sin sentirse presionados.
- Perros que permiten ser: Con su calma y tolerancia, estos perros crean un entorno seguro para que sus compañeros perrunos puedan expresarse y encontrar su propio ritmo.
- Perros facilitadores: Individuos con habilidades sociales avanzadas que gestionan las dinámicas grupales y ayudan a los menos experimentados, no con autoridad, sino con autenticidad.
Pero esto no se trata solo de aprender. Los grupos dinámicos también son una herramienta terapéutica increíblemente efectiva para perros con miedos, inseguridades o traumas. En estos espacios, los perros pueden enfrentarse a sus propios temores sin ser juzgados y avanzar más allá de sus límites a su ritmo. Un perro que tiene dificultades para socializar encuentra en estos grupos un lugar seguro donde puede practicar habilidades de comunicación, observando, equivocándose y aprendiendo de aquellos que ya manejan esas situaciones con mayor facilidad. Aquí lo importante no es que el perro simplemente pase por allí sin que nada ocurra, sino que se vivan experiencias reales que lo ayuden a crecer. Después de todo, nadie nace aprendido.
El bienestar animal no es cumplir con lo básico y llamarlo día. Es entender que cada perro tiene necesidades únicas, que cambian con el tiempo. Es dejarlos ser perros, sin obsesionarnos con convertirlos en robots que cumplen nuestras órdenes. Los grupos dinámicos, en su esencia, son una bofetada al sistema tradicional. Rompen con todo. Le dicen a la cara al control humano: "Ellos no necesitan de ti para ser completos".
Estos espacios respetan la autenticidad de cada perro, ofreciendo un entorno lleno de estímulos que los transforman en individuos más equilibrados, fuertes y libres. Y también nos sacuden a nosotros, los tutores, para que dejemos de intentar controlarlo todo. Nos enseñan a guiar sin imponer, a acompañar sin dominar.
Al final, los grupos dinámicos no solo cambian la vida de los perros; nos obligan a cuestionar nuestra relación con ellos. Nos invitan a soltar, a priorizar lo que realmente necesitan y a dejar de proyectar en ellos nuestras propias inseguridades. Este enfoque no es solo un método, es una revolución. Una que, si la aceptamos, nos lleva a una convivencia donde perros y humanos aprenden, crecen y evolucionan juntos, desde la libertad y el respeto.
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